Camino por un callejón oscuro
sin estrellas ni promesas
ni una luz que me guie, ni un alma que seguir
sigo, no me detengo o caeré
llego a una esquina, ahí está
soy yo mismo, destruido, derrotado
“levántate” dije, “elévate ante mi”
mi corazón palpita, mil soles desaparecen
un manto de nubes descarga con furia sus aguas
era yo mismo, destruido…
anonadado, empapado, herido y explotado, pronuncie…
“quien eres”, “soy tu”, dijo…
“déjame morir, eres yo mismo”
“elévate ante mí, puedes seguir” grite a la luna que aparece…
la luna comienza, se enciende
corremos los dos, el callejón desaparece
unidos, ambos, otro callejón se nos abre camino…
dos personas esperan, somos nosotros…
“desaparece”, dijimos, extraño espejismo
no puedo verme destruido, empañado, agotado…
“quita tu lanza de mi corazón
tu manto de tristeza de los dos
extingue tu espejo malvado y
extingue tu cuerpo en la oscuridad
y déjanos seguir, o nunca acabará”
la lluvia continúa, no cesan los rayos y centellas…
mi tormento continua, soy yo mismo mi acompañante…
mi acompañante se detiene, muerto cae al asfalto…
flechazos de un quinto individuo, era yo mismo…
así me elevo, veo las estrellas, son ellas…
he muerto, por fin, se ha terminado esta locura…
Ariel Ruocco