Hoy me di cuenta de que estoy muerto… Y a partir de esta frase, voy a tratar de expresar aquellas cosas que me hacen pensarla y sentirla, y también voy a intentar, de forma clara, escribir cuales son las razones que me hacen escribir esto, si después de todo estoy muerto... En fin.
¿Nunca pensaron que en la vida hay algo central que hace funcionar de la mejor manera todo lo demás?, un ámbito, una cuestión, si ustedes quieren, que funciona como una especie de estaca o patas que sujetan todo lo que acontece a cada paso; que mantiene en el camino al cuerpo y el alma, como si de eso dependiera el normal funcionamiento de la vida en su concepción más general.
Esto se entiende mejor con una representación que pensé a modo de ejemplo que quizás aclare el panorama. Aquí voy… Supongan ustedes que la vida está representada como un planeta. El planeta es la vida. En el suceden todos los eventos habidos y por haber de cada instante temporal y espacial. Trabajo, amigos, familia, deportes, pasa tiempos, etc., etc. Cubriendo este planeta (la vida) y por encima, naturalmente, imaginemos una densa y pesada capa que lo envuelve. Esta capa tiene una función fundamental. Da sentido, fuerza y esperanza a todo lo que acontece en el planeta, a todo lo que acontece en la vida. Es decir que, si la capa está mal tratada o recibe agresiones o cualquier cosa que impida que realice su función, el planeta entero entrara en conflicto. Todos los ámbitos de la vida se van a ver descolocados, faltos de sentido, sin rumbo ni destino. Entonces es de vital importancia que la cobertura del planeta esté en optimas condiciones para que nuestro pasar en el planeta tenga sentido y sea prospero.
Toda esta metáfora que acabo de esbozar es para indicar lo que representa el amor en mi vida. El amor para mi es la capa que cubre mi planeta, es lo que da sentido a mis acciones, es lo que impulsa mis deseos en todos los ámbitos que puedan existir.
Dado que es imposible que mi capa nunca se dañe (como la de cualqui
era) es necesario encontrar aquellas cosas dentro del planeta que puedan servir para poder continuar en el camino de la vida, hasta que la cobertura vuelva a rehabilitarse. Y una de estas cosas que sirven para lograr la rehabilitación, que en parte depende de nosotros, es la habilidad para mantener la esperanza. Y otra importante, son los recuerdos.
Recuerdos de cuando la capa estaba intacta, mantienen la esperanza de que un nuevo tiempo de dicha se haga presente. Aunque a veces notemos que es casi imposible obtener aquellos parches que reparan los grandes agujeros que hacen filtrar el dolor y la desesperanza, tenemos que actuar como si fuera posible y esperar el momento anhelado de la aparición del amor. De lo contrario, pereceríamos.
Tenemos que pensar que en cualquier momento la capa volverá a ser una entera otra vez y que con ello la vida, el planeta, volverá a marchar, y funcionar en las direcciones correctas.
Y se preguntarán por qué estoy muerto… Lo estoy porque mi capa está severamente dañada y estoy a punto de perderla definitivamente. La tristeza es completa, la escases de sentido es inmensa, la tentación al abandono va en aumento y la esperanza es exterminada por los rayos de su reverso. Y tengo mucho temor de que la solución no sea el amor, si no un determinado amor, uno deseado, uno inalcanzable, uno que he perdido. Pero como dije, hago de cuenta de que la obtención del parche esta a la vuelta de la esquina y es lo que me permite vivir. Los sueños, los recuerdos, actúan más que nunca para conducirme a los brazos de mi próxima salvadora.
Y las ganas de escribir esto las saco de la influencia de un pensamiento extraordinario de Roland Barth que plantea lo siguiente. El dice que escribe para que lo quieran, se entrena para ser un poco mejor y “vestir su mejor traje” siempre en la vida, que en definitiva todo lo que hace lo hace diciendo, “este soy yo, soy lo que escribo, quiérame…”. Y creo que esta es una de las razones por las cuales mi acotada creatividad crean estas palabras. Es una forma de decir… ‘Soy esto que escribo. En mis textos me encuentro enteramente, si a caso le gustan, probablemente le guste yo’.
Ariel Ruocco