Entra majestuosa presencia, culmina de mis los pesares de la noche plutónica, libérame de la presión del cosmos debilitado ya también por tu antigua decencia y manifiesta tu magia en la oscuridad de este cuarto que posee solo la salida de esa ventana. La cual es invadida ahora por extrañas figuras que creen poder advertirme tu presencia… “La he notado” grito hacia el cielo murmurando con mil lagrimas que te aman, que mojan el piso de madera hinchada por los años de sufrimiento y soledad… soledad que perpetua tu presencia en mi alma y mi corazón. “La he notado” grito con el viento que aleja la inmortalidad de mi espíritu y me lleva a la muerte en su pintoresca cuartada de felicidad alegórica de
belleza en la cual solo carga el diablo sin ningún eufemismo. Carnal su figura y olor, perfecta su apariencia y aroma, las flores se marchitan so color de tu par
tida, solo la lanza de oro podrá salvarme cuando esta posea mi corazón en un movimiento sutil de arrepentimiento envolvente a la solución que es la muerte. Así maldigo mis dones de finitud y sospecho que ni en el sufrimiento seré eterno. Oh extraña esperanza que crees poder salvarme de mis pesares te digo, “la he notado”, agonizando de dolor en el piso blando de madera que se rompe con el peso de mi tristeza, me deja caer en el abismo de la miseria y me sumerge en el océano de la desdicha. “La he notado” despejo mis dudas sobre tu presencia extraño espejismo de maldad, que me llena de amor en mi agonía y muerte. Amor que jamás he de sentir, aquí y ahora quiero volver a verte. Oh extraña presencia que jamás te has ido, dejándome en la soledad interminable de tu presencia que sopesa mi amargura sobre mi cordura y amarra mis cadenas de pecados a una causa que ya no existe en este océano de perdición. “La he notado” grito a las estrellas que en una luz tergiversada a miles parecen querer atraerme al cielo de la felicidad, pero no quiero ir allí, oh hermosa presencia he de quedarme aquí aunque mis heridas sangren hasta la infinitud que tu espíritu maligno te proporciona en sentires malditos a medida que la aguja de tu reloj se hace más lenta en una suelta de cuervos negros que paran en los rincones de mi cuarto. Recomendándome que me salve, que siga a la estrellas. “La he notado” les digo cuando creen poder sacarme de mi cuarto en el océano de la infamia, pidiendo a Dios que me ayude a quedarme en la desdicha de tu presencia maligna solo para poder deleitar mis sentidos con tu presencia. “La he notado” exclame con voz sibilina, amordazado de dolor con mil arpones en el corazón pero con tu bella presencia. Belleza que no puedes negarme como tus palabras, acciones o emociones. Belleza que se perpetúa ante mí, a pesar de tu fingida humildad. Belleza, solo la belleza es verdadera, innegable, placentera e intensa en tu ser. “La he notado”, tu
belleza inigualable, eres la luz de este cuarto, eres la fauna de este océano de maldición.
Ariel Ruocco