Esperanzado, entra Carlos a la reunión. Era más grande de lo que él pensaba. Cinco mil personas llenaban el lugar… pero no le importó, ya que solo una le interesaba de todas aquellas. Con tranquilidad y sonriendo se acercó a una mesa, se sirvió una copa de vino y sentando quedó mirando la multitud que lo rodeaba. Sabiendo que tarde o temprano llegaría un mensaje a su celular que terminaría de embellecer su noche, se relajó. El tiempo pasaba, pero él no dudaba. Su amada le dijo que iría a la reunión y aunque no alcanzaba a verla, confiaba en ella. Algunos amigos se acercaron, sorprendidos estos por la presencia de Carlos allí. Él se distrajo por un rato, riendo y recordando viejas hazañas. Después de unos largos minutos, se fueron.
Carlos volvió a sentarse y en un movimiento particular y simple quiso ver la hora en su celular al notar que no traía reloj. Pero parece que no e
ra lo único que había olvidado. Su celular estaba guardado en el bolsillo del otro pantalón que se había cambiado antes de salir, ante una mancha de café. En ese momento se da cuenta que está incomunicado y solo. Lo único que posee de esta señorita que tanto desea es su número de teléfono y un asombroso recuerdo de verla en el colectivo, cuando la mujer le entregaba su número.
Carlos se levanta y comienza a caminar, tarea demasiado difícil ante la masa de individuos que se movían de un lado a otro y la tibia luz que caía sobre su cabeza. Levantó su cuello, trató de ver más allá, pero no pudo. Algo alarmado, notó que el tiempo seguía pasando y pensó que quizás su celular recibió aquel mensaje tan esperado, pero él no supo que la chica no estaba en la reunión, y que tampoco le escribió el sagrado texto. Ella se encuentra en su casa con un amigo de Carlos; Julián. Un muchacho simple, sin nada atrayente.
Carlos sigue buscando, trata de acelerar su paso, miraba hacia todos lados, pero no lograba ver nada, lógicamente. Ciegamente convencido de que Antonella estaba allí, no se rindió. Es que le gusta en demasía, solo verla lo haría feliz. No se rinde.
Carlos aún sigue buscando en aquella reunión, nunca sabrá que Antonella jamás piso aquel sitio. Tampoco sabrá que nunca en su vida escribió un mensaje para él. Y lo peor de todo es que
Carlos piensa que ella está enamorada de él.
Ariel Ruocco