Caminaba por la calle de la vida, construyendo los recuerdos que utilizaré en el transcurso de mi tránsito en esta arteria tan especial. Advierto que todo es pasado. Todo forma parte del pasado, ya que del futuro no tengo noticias y el presente es tan pequeño que no existe. Todo es constituido por el
pasado, cada instante ya es parte de él, como la palabra anterior. A fin de cuentas, en lugar de pensar y tratar de descifrar que me tendrá esta calle en los próximos metros, es mejor recabar los suficientes recuerdos para afrontar esos metros posteriores con la mayor sabiduría y experiencia posible.
Tuve el impulso de voltearme un momento, y allí estaba yo, alentándome a seguir. Escuchaba “vamos, vamos, hay que seguir, por ahí…”. Pero al verme a mí mismo, comprendí que los errores me llevaban a querer solamente seguir para apartarme de ellos… sin revisar el pasado. Así que medite e hice unos pasos hacia atrás, me aparte y revisé algunos pasajes de mi vida en esa calle. Asombrado por lo que allí, entendí de buenas a primeras, porque no podía doblar en aquella esquina hace un año, que resolví tomando un atajo. Cada acontecimiento del pasado es una llave que ayuda a abrir las puertas del
futuro. Ante esto, guarde en mi mente cada paso dudoso que di, cada error que reconocí como tal, y a partir de ahora sí… me siento preparado para seguir.
Estoy ansioso por experimentar mis nuevas pasiones, por quedar perplejo ante decisiones que tenga que tomar, y por compartir mi querida calle con alguna otra alma en pena que busque en el pasado las llaves del futuro. Ya que aquel conforma nuestra única fuente y es lo único verdadero, inmodificable y recomendable a nosotros mismos. El
pasado.
Ariel Ruocco